Las sombras persiguen
al loco como el dolor
al poeta.
Sombrío es el dolor
y el loco poeta.
Imsomnio y demencia.
Treinta y dos piezas,
de marfil, diminutas, brillantes.
Caen al suelo
mientras la razón conquista la memoria.
Tratado del miedo.
Horror, misterio y muerte.
Berenice.
Catalepsia.
jueves, junio 16, 2011
miércoles, junio 08, 2011
Érase una vez un pajarito...
El pajarito no cantaba. Era feliz sin cantar. Empezó a querer cantar. Pensó que sería realmente feliz cantando. El pajarito cantó y una zorra que por allí pasaba se lo comió.
domingo, junio 05, 2011
Aneu fent lloc que estem esperant...
Una extraña euforia lo invadía. Sabía que ese era su fin. La felicidad mata al poeta, eso había pensado siempre. Sin embargo no podía evitar sonreir mientras se consumaba el seppuku, y recordar a Calderón.
miércoles, junio 01, 2011
fluidos
Era una masa de gas esférica que flotaba en la oscuridad del espacio. El tenue brillo de una luz lejana revelaba las turbulencias en la superficie fluida y viscosa. Diversos colores emergían del centro, y se mezclaban entre sí como delgados hilos tejidos una y otra vez. Este movimiento convectivo mantenía la esfera en un equilibrio dinámico, en el que resultaba imposible predecir la siguiente textura. Formas y figuras aparecían y desaparecían caprichosamente.
Él se sentía incómodo observando ese espectáculo... Tal mezcla de colores le parecía obscena y de mal gusto. Semejante borboteo continuo le provocaba un cierto rubor. No era extraño teniendo en cuenta lo que la bola le sugería. Y no era culpa de él o de su mente perversa, sino que la esfera se esforzaba en provocarle. Al menos eso pensaba.
Él miraba la bola con seriedad, tratando de fijar su mente en el mero fluido, pero la terca y persistente esfera conseguía introducir una y otra vez imágenes y pensamientos desagradables en su cabeza. Eso lo ponía furioso. No soportaba esa sensación de descontrol...
Y de ese modo, se quedó dormido.
Él se sentía incómodo observando ese espectáculo... Tal mezcla de colores le parecía obscena y de mal gusto. Semejante borboteo continuo le provocaba un cierto rubor. No era extraño teniendo en cuenta lo que la bola le sugería. Y no era culpa de él o de su mente perversa, sino que la esfera se esforzaba en provocarle. Al menos eso pensaba.
Él miraba la bola con seriedad, tratando de fijar su mente en el mero fluido, pero la terca y persistente esfera conseguía introducir una y otra vez imágenes y pensamientos desagradables en su cabeza. Eso lo ponía furioso. No soportaba esa sensación de descontrol...
Y de ese modo, se quedó dormido.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)