Como un frío elixir recorre todas las arterias. Capilares hiperfinos que conectan todo cuerpo.
En un milisegundo, del corazón a la planta del pié, del pecho al cerebro.
Ojos inyectados en sangre cambian de color, la pupila se achica buscando su presa.
Sus sentidos, afinados por el hambre, detectan el leve susurro de un alma respirando a kilómetros.
Fundido en negro.