martes, diciembre 28, 2010

Como un sebastián, recibe saetas en su torso. Tronca el cuello y no siente, no padece.
Interpreta un teatro que no existe y que nadie atiende.

Contemplado por las ánimas, seres amarillos de tez alargada, continúa la escena.
Entre risas y gritos, entre colores y humos distingue una mirada. Dos cejas flotando sobre sendas cámaras obscuras, reflejo inverso de sí mismo.
Sueños de niño. Olor a hierba.

viernes, diciembre 17, 2010

T parity

Y me descubro inestable. Contingente, variable. Como un seguidor de Heráclito, los átomos que forman mi cuerpo no son los mismos que lo formaban hace unos años. No me reconozco ni me conozco. Me recuerdo. Una proyección de algo que ya no existe, pero con la que mantengo una relación de equivalencia, linkada por el tiempo. Un recuerdo que también cambia, porque se proyecta constantemente sobre la imagen ya existente. En ella conviven algunos detalles que son, y muchos que fueron y ya no son. Descubro entonces, que lejos de haberme conocido, esa imagen nada tiene que ver conmigo. Por lo que nada me impide pulsar reset.

sábado, diciembre 04, 2010

Venganza

Y la luna se tiñó de sangre.


La agarró por la cintura y la cubrió. Su ancha espalda no dejaba ver la pálida deformidad de su amante. Sus fuertes piernas eran un amasijo con la tibia flacidez del engendro. Se oían gemidos, como el chirrido de una puerta oxidada. Unos pechos secos volteaban grotescamente, al compás de una canción no escrita.
Tensó sus brazos marcados de venas, aferrándose con las uñas en el último suspiro de placer. Dejó los ojos en blanco.
De repente, el maullido de una gata en celo.
El monstruo emitía susurros guturales.
La atmósfera estaba podrida.
Él estaba podrido.
Y era culpa suya.