Había pasado toda la noche dando vueltas a la configuración del autómata. No sabía muy bien que podía haber ido mal, pero ya había pensado en varios pequeños cambios que probar.
Su invento permanecía en la misma posición en la que él lo situó la noche anterior, pero rígido, sin energía en las baterías.
Abrió su parte posterior, y extrajo las cintas magnéticas en las que la máquina tenía escrito el código, y las introdujo en su lector para introducir los cambios que tenía en mente.
Al observar la pantalla del lector se quedó desconcertado. Para un extraño, la pantalla solo mostraba puntos y rallas, en una suerte de morse de su invención, que codificaba la configuración de su ingenio.
Lo novedoso de su invento, es que el código que él había introducido inicialmente no permanecía estático, sino que la máquina podía modificarlo y mejorarlo según protocolos introducidos en el mismo código.
Su desconcierto vino porque su configuración inicial solamente ocupaba media cinta, y las tres cintas que había introducido en el lector estaban completamente escritas y modificadas. Parecía que después de todo la máquina sí había funcionado, aunque no hubiera reaccionado físicamente.
Además del desconcierto, le entró una enorme curiosidad, porque no reconocía el código que había en esas cintas. Él lo había escrito de forma sencilla, según un lenguaje que había desarrollado en su taller. Parecía que el autómata había decidido cambiar incluso el lenguaje con el que se codificaba su configuración interna. Estaba totalmente asombrado.
Obviamente, no introdujo ningún cambio en las cintas, y se dispuso a pensar que era lo que fallaba en la máquina, suponiendo que internamente el autómata sí había funcionado.
Sabía que la parte electromecánica funcionaba bien, pues la había probado mil veces con configuraciones sencillas y no había tenido ningún problema. Tenía que ser algo interno.
Lo siguiente que pensó era que el autómata necesitaría más memoria de la pensada inicialmente, ya que había llenado las tres cintas, cuando inicialmente solo esperaba que llenara la primera y parte de la segunda. Así que se dispuso a introducir las tres cintas iniciales en su lugar y a conectar varias cintas más que tenía por el taller, de mucha más capacidad, mediante un cable directamente a las entrañas de su invento.
Cambió las baterías, y volvió a conectarlo.
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