No tardó en percatarse de que esta habilidad era algo que se aprendía. Se aprendía a follar como se aprendía a montar en bicicleta, a base práctica. Hizo una lista con sus deseos, y se la comió. Entonces comprendió que la ignorancia era el único conocimiento, y como tal se lo hizo saber a su señor.
Un pequeño gusano entró en la manzana. Al principio nadie se preocupó, era solo un gusano, y la manzana era muy grande y estaba todavía verde.
Él sabía que era un pensamiento fugaz y breve, como una pequeña reflexión. Él sabía que esa pequeña reflexión estaba taladrada en su mente, y que no lo dejaría en paz. Tarde o temprano, saldría fuera y lo echaría todo a perder. ¿Podía luchar contra él? ¿Servía de algo intentar matar ese pequeño gusano?
Otros pequeños gusanos ya habían cambiado su vida de forma radical, no necesariamente para mal, pero siempre saliéndose de lo planeado, generando caos e incertidumbre.
Quizás ese caos no era tan malo. En cierto modo, hacía su pobre existencia algo más interesante. ¿Debía pues bendecir los pequeños gusanos?
-¡Hay gusanos y gusanos!- Le decía su mente bipolar. Claro, gusanos buenos y gusanos malos, gusanos de seda productivos y lombrices intestinales parásitas. Pero, ¿quién debe hacer esa división? ¿Qué alta autoridad es capaz de discernir entre gusanos? ¿La ética?
-¡El pragmatismo! - Le decía su otra mente bipolar.
(.../...)
Y de repente, mientras filosofaba sobre gusanos, se acercó lentamente una enorme oruga azul arrastrándose con una gran pipa de agua, y se lo fumó.
3 comentarios:
¿Has oído hablar de los real visceralistas?
Por lo poco que los conozco, creo que te aceptarían en el grupo...
No tengo ni idea de quienes son, pero me pondré a ello cuando tenga un minisegundo ;)
Bueno: la pista es fácil de encontrar.
Seguirla hasta el fin es otra historia. Yo ya estoy en ello y, de momento, te aseguro que vale la pena.
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